La Kawasaki Z900RS no destaca por ser la más rápida, ligera o tecnológicamente avanzada, pero sí brilla intensamente en algo que muchas motos modernas han olvidado: ofrecer una experiencia auténtica y llena de sensaciones.
Te sientas muy "encima" de la moto y no tan "encajado" como la Z900 estándard. La posición de conducción está muy lograda, con un manillar alto y ancho, estriberas situadas cómodamente y un asiento amplio y bien mullido. Gracias a esta configuración ergonómica, puedes disfrutar de largas rutas sin molestias importantes. Es una moto pensada para disfrutar cada kilómetro, no necesariamente para devorarlos en tiempo récord.
En ciudad, su comportamiento es decente aunque, como ya comentamos, su peso puede jugar en contra al circular entre el tráfico intenso. Aun así, la suavidad del motor a bajas revoluciones y un radio de giro bastante razonable ayudan a que la conducción urbana no sea excesivamente incómoda.
En carretera abierta y curvas rápidas es donde la Z900RS realmente muestra su mejor cara: la estabilidad del chasis, la progresividad del motor y su sonido evocador crean una experiencia única. La moto se siente predecible y segura, invitándote a disfrutar tranquilamente del viaje. A eso hay que añadir su acelerador mecánico, y no ride-by-wire, dando un toque extraordinario de feedback sobre lo que está ocurriendo en la moto. Es algo difícil de explicar.
En autopista, como es lógico y normal, la falta de protección aerodinámica limita su confort a velocidades elevadas durante periodos prolongados. Para solucionar este "problema", siempre puedes instalar por dos duros una pequeña cúpula que reduzca la presión del viento sobre el piloto, especialmente en rutas largas.
En conclusión, pilotar la Z900RS es un placer, una experiencia clásica enmarcada en prestaciones modernas, pensada para quienes valoran el disfrute por encima de cifras puras.