Prueba de la Suzuki GSX-S1000 GX

Los primeros momentos en el asiento de la Suzuki GSX-S1000 GX están marcados por una comodidad que recuerda a una moto de sport touring. Sin embargo, la calma es engañosa, ya que tan pronto como se desata el motor de cuatro cilindros, la moto revela su verdadero y sorprendentemente deportivo rostro. Las cortas rectas en la pista se reducen a microsecciones mientras se es catapultado de curva en curva.

Es asombroso cuánta deportividad se esconde en esta moto que parece tan cómoda. El motor de cuatro cilindros ofrece una aceleración explosiva que estira los brazos y da la sensación de ser catapultado hacia adelante. La posición de conducción es excelente, respaldada por un chasis de alta calidad y los neumáticos Bridgestone T32, que ofrecen mucho control y posibilidades dinámicas en las curvas.

El comportamiento lineal del motor al acelerar es impresionante, respaldado por una suspensión electrónica que transfiere la potencia de manera efectiva a la rueda trasera. El chasis deportivo proporciona una respuesta nítida, perfectamente complementada por la excelente posición de asiento. Sin embargo, la libertad en el ángulo de inclinación se mantiene en un nivel más bien turístico.

La Suzuki GSX-S1000 GX supera las expectativas ópticas, es más rápida de lo que su apariencia sugiere y a menudo también más rápida de lo que uno realmente planea conducir. Los "topes de miedo" en las estriberas evitan experiencias inesperadas debido al escape bajo. Esta máquina es verdaderamente un lobo con piel de cordero.

Es difícil criticar un producto tan refinado como la Suzuki GSX-S 1000 GX. El alto nivel de la técnica tiene su precio, pero la impresión que deja la moto lo justifica. En general, la Suzuki GSX-S1000 GX ofrece una impresionante combinación de comodidad, elegancia y rendimiento deportivo.

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